Los peores errores de mi vida los cometí por falta de amor propio. Pero en ese momento, ¡no sabía!
No sabía que permitir abusos y maltratos en mis relaciones tenía que ver con eso, incluso desde chica y yendo en contra de mi dignidad. No sabía que mi situación financiera era un reflejo de la estima y del autorrespeto (o falta de él), ni tampoco que de aquellos sueños que soñaba solo se darían sólo los que yo, en lo profundo de mi ser, me creía merecedora.
Mi historia fue pasar muchos años de lucha, principalmente conmigo, de no animarme a cobrar lo que me hubiera gustado, a negociar lo que yo realmente quería (y no solo a nivel laboral), de no atreverme a decir que no a relaciones mediocres, abusivas, a la critica, el juicio y aquellos que solo me hacían sentir equivocada, chiquita y que pasara lo que pasara, yo estaba mal. Años de juzgar mi cuerpo y de ser tan cruel conmigo misma, que llegue al borde de la destrucción (literal, culminó en un coma).
Años de creer que valía $2, y entonces me había creado una vida así de chiquita: una vida de $2.
Años de dudar de mi, de mis ideas, de mis capacidades. ¿Me crees si te digo que por muchísimos años creía que era una tonta, que uno había nada brillante ni digno en mi como para tener una vida un poquito superior a lo mediocre?
Y no había como trabajar eso de manera completa, profunda. Me fui dando cuenta de a poco, en pedacitos. Una sesión por allá, otra terapia por acá, pero sólo piezas sueltas de un rompecabezas al que sólo yo tenía acceso pero que no conocía en absoluto. Quien podía decirme que hacer? Cada experto con el que trabajaba para ärreglar el problema¨ (según el area más afectada: terapeuta, sanador, financiero, negocios, etc) sólo tenia una fracción del asunto.
Con tiempo, dolor, sudor, muchas lágrimas, un matrimonio que me dejó en bancarrota y sola con dos hijos, una casi muerte me llevaron a trabajar tanto, tanto este tema, que mi brillo (y mucha claridad) empezó a aflorar. De ser mi talón de Aquiles, mi área más devbil, me transformé en experta, a pulso. Y encontré como ayudar a la gente con esto. Mi negocio empezó a crecer, mi cuenta de banco dejó de estar en rojos para empezar a sostenerme y ser mi amiga. Mis vínculos me empezaron a llenar el corazón.
El camino al amor propio no es una linea recta: es un proyecto para toda la vida, y para cada quien es único.
Pero hay un blueprint, un sistema que puedes usar y puedes ir cambiando esos patrones y energías en ti, de manera personalizada y según necesites en el momento: esto es, para brillar de adentro hacia afuera.
Ahí es, cuando te empiezas a ver como el regalo que eres, empiezas a juzgarte menos, el brillito en los ojos empieza a aflorar: empiezas a florecer. Y el mundo a tu alrededor responde a ti, te ama de regreso como tu te empiezas a amar. Te valora, te respeta, te honra, te da, en la misma medida.
El dinero en tu vida llega para quedarse, en abundancia.
Tus relaciones se transforman, hay límites, respeto y contribución.
Lo que sea que hagas, está alineado con el anhelo de tu alma, y así brindas al mundo tu saber y tus capacidades únicas.
Le pierdes el miedo a lo grande, a lo abundante, a lo gozoso. Ahora sí, el miedo al éxito te queda chiquito.
Respiras congruencia, presencia, autorrespeto.
Te has vuelto difícil de controlar, porque ya no te compras las mentiras desde las que vivías, sobre todo las mentiras sobre ti. Sabes quien eres. Sin esfuerzo! Y sin esfuerzo vives en el mundo sin necesitar nada, pero, ¡ja! Resulta que lo tienes todo.
Ya no necesitas probarle nada a nadie, ni siquiera a ti misma. Sabes quien eres.
Y eso es lo que he volcado en la membresía: un espacio para que vayas, a la carta, armando pieza a pieza, a tu ritmo, tu propio rompecabezas, como booster con la dosis perfecta de amor propio, de manera aterrizada, sencilla y práctica. Con este booster vas a ver transformar cada área de tu vida!
Pero cuánto es la dosis perfecta? La que sabe cuanto es esa dosis, eres tú. Accede hoy a la membresía y empieza a poner tu amor propio en esteroides a como se te antoje, querida.
Es tu momento de ser tú.